Macuquinas.
Con el
nombre de macuquina se conoce en América Latina al tipo de moneda acuñada
toscamente en forma manual y a golpes de martillo, método ampliamente utilizado
desde el siglo
XVI hasta
mediados del siglo
XVIII. Existen
diversas opiniones sobre el origen de la palabra: mientras algunas sostienen
que proviene del vocablo árabe "machuch" (aprobado o
sancionado)1 , otras afirman que proviene de la
expresión quechua Makkaikuna —o macay cuna—
que haría referencia a su fabricación a martillazos.2
These coins were Characterized by Their jagged edges and poor quality of
entries, reasons why to the present day in good condition copies are rare to
find and usually we high v alue Among collectors. s.
Origen
La acuñación
de monedas en forma manual y a golpes de martillo ha sido utilizada por la
humanidad desde tiempo inmemorial: desde el segundo milenio A.C hasta el siglo XVI de nuestra era, éste era el sistema
más empleado en todo el mundo para elaborar monedas.
En tal
sentido la ausencia de maquinaria moderna para acuñar moneda en el imperio colonial español, y las necesidades del comercio en
dichos territorios causaron la aparición de las macuquinas. La urgente
necesidad de monedas en América Latina desde los inicios del siglo XVI motivó la apertura de cecas como la
Casa de Moneda de México, la Casa
de Moneda de Lima y la Real Casa de Moneda de Potosí, todas antes del año 1600, a efectos de aprovechar la gran producción de plata y oro de tierras americanas con el fin de
acuñar moneda indispensable tanto para pagar tributos a la corona española como
para el tráfico mercantil de las colonias.
La acuñación
en varios sitios de Europa ya era ejecutada mediante la "prensa
de volante", aparato de gran tamaño y complejidad inventado en Italia en el siglo XVI donde discos metálicos eran
grabados y cortados por ambos lados mediante una prensa. No obstante tales
máquinas, complejas para su época y de fatigoso transporte, no fueron
disponibles en América sino hasta empezado el siglo XVIII y los primeros siglos de la
colonización española fueron sustentados en la moneda macuquina.
Manufactura
Para
fabricar moneda macuquina se empleaban los siguientes procedimientos:
- El metal era fundido y luego convertido en láminas mediante golpes de martillo. Después de ello se recortaban los cospeles de modo artesanal y se grababan los cuños manualmente sobre la superficie de cada cospel, agregando también del mismo modo las siglas del ensayador (que aseguraba el peso y ley de la moneda) y la fecha de la acuñación.
- Se colocaba una plancha de metal dúctil entre dos cuños y con un martillo se golpeaba el cuño superior para grabar una imagen en el lado superior de la plancha, luego se repetía la operación en el cuño inferior de manera más tosca, acabando de colocarse detalles en la moneda mediante un simple punzón. Una vez terminado este procedimiento, se cortaban manualmente las secciones del metal dúctil y se obtenían pequeñas piezas de borde bastante irregular (debido a la propia constitución del metal): las monedas propiamente dichas.
Otra forma
de obtenerlas era cortar a golpe de martillo porciones del extremo de una barra
metálica para obtener fragmentos para batirlos posteriormente y obtener los que
vendrían a ser cospeles para luego estamparles a golpe el troquel.
A eso se
agrega que los talladores de cada ceca eran los encargados de elaborar los
cuños oficiales según los modelos traídos de España (que como moldes deberían ser
aplicados a cada cospel) y la propia elaboración de los cuños solía ser
defectuosa por falta de pericia del tallador o por imperfecciones en la pureza
del metal del cospel. La mala calidad de los cuños y su aplicación manual
causaban que las siglas del ensayador (requisito ordenado por las leyes
españolas) no siempre aparecieran sobre la moneda o que faltase la fecha de
emisión, con lo cual resultaba imposible conocer quién era el ensayador
responsable de los defectos que pudieran descubrirse en cada pieza.
Asimismo las
macuquinas, como siempre, rara vez tenían forma totalmente redonda (la mayoría
tenían forma de corazón, de rombo, o de cuadrado), de modo que la gráfila (el
cerco alrededor del anverso y reverso) no salía completa y con ello era fácil
cercenar las monedas cortando de éstas minúsculos trozos de plata y oro a la vez que se mantenían en
circulación al no poder determinarse si la falta de bordes era fruto de un
defecto común de la moneda, o si esto sucedía porque el metal de la moneda
había sido cercenada dolosamente por alguien. De hecho, al ser todas las
monedas circulantes de plata u oro, el cercenamiento de estas monedas era altamente
rentable, aunque atacaba el valor intrínseco de cada pieza que estaba
totalmente ligado a la cantidad de metal precioso contenido en ella.
Desaparición de las macuquinas en América
El
cercenamiento de las monedas era una práctica habitual a lo largo de la
historia. No fue una excepción el caso de España y sus colonias americanas, pero al
implicar una reducción en la cantidad del metal precioso de cada moneda era
evidente el daño que esta práctica causaba a la economía, pues no existía fiabilidad alguna
sobre la autenticidad y valor intrínseco de las monedas supuestamente
garantizadas por la Corona, y las propias piezas monetarias no siempre tenían
el mismo valor señalado en su denominación facial (un real español, 2, 4 u ocho reales en el caso de
las monedas de plata). Esta situación era compensada por
el hecho que al tratarse de un producto totalmente artesanal, las macuquinas no
requerían de maquinaria compleja para su producción, ni de un taller especial
para tal objetivo, tampoco era necesario contar con operarios altamente
especializados e inclusive se ahorraba combustible al no ser necesaria más que una
sola fundición de la cual se aprovechaba todo resto de metal.
El enorme
flujo de monedas de plata y oro hacia España desde América, en parte como tributo y en parte por motivos de comercio, aumentaba la gravedad del problema
en tanto la cantidad de moneda española macuquina de la metrópoli era aumentada
por las piezas coloniales, perjudicando el valor del circulante español en Europa. A ello se une que en las cecas españolas de América
la macuquina era la única unidad monetaria emitida por la autoridad estatal, e
inclusive en Venezuela la propia Compañía
Guipuzcoana acuñó en el
siglo XVIII sus propias macuquinas de plata con
autorización del monarca, de tan mala calidad como las demás.
Tal
situación estimuló a la corona española a ordenar desde mediados del siglo XVI la progresiva mecanización de todas
las cecas de sus dominios en la Península
Ibérica, así como
las demás naciones europeas empezaban a aplicar la fabricación de monedas por
procedimiento mecánico. España empezó con la ceca de Segovia en 1585, donde se estableció por
orden del rey Felipe
II la acuñación
a rodillo, y luego en el siglo XVII se impuso en las cecas peninsulares
la acuñación por prensa de volante. Este método fue el que se estableció
en las cecas de las colonias americanas de España desde 1730, empezando por la Casa de Moneda de México, para eliminar la emisión de
macuquinas; pese a la oposición de los funcionarios que obtenían beneficios con
la acuñación de estas monedas tan fáciles de cercenar o adulterar.
La
excepcional riqueza de las minas de plata americanas fue un elemento que determinaba un volumen
enorme de acuñación de monedas; esto a su vez era un estímulo para que los
funcionarios de la Corona se aprovecharan ilegalmente del cercenamiento o
adulteración de macuquinas y así procurasen retrasar por todos los medios la
aplicación de las órdenes del Rey en las colonias americanas. Muestra de ello
fue el escándalo surgido en la ciudad de Potosí (actual Bolivia) a mediados del siglo XVII cuando funcionarios de la ceca
adulteraron gran cantidad de monedas a lo largo de los años, agregando menor
plata de la debida en las piezas acuñadas.
Pese a estos
casos, el nuevo sistema fue adoptado en los años siguientes por todas las
colonias hispanas hasta que el año 1767 tras gran resistencia y muchas demoras la Real Casa de Moneda de Potosí acuñó las últimas macuquinas del imperio colonial español dando paso a la fabricación
mecanizada de monedas.
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